Marketing Mobiliario │ Liderazgo Mobiliario │ Las 21 Cualidades de un Líder │ Relaciones
El único ingrediente más importante en la fórmula del éxito es saber relacionarse
con la gente.
—Theodore Roosevelt, presidente de Estados Unidos
A la gente no le importa cuánto sabes, hasta que saben cuánto te interesan.
—John C. Maxwell
LA MEJOR MEDICINA
Si no eres médico, probablemente nunca habrás oído el nombre de William Osler. Era
médico, profesor universitario y autor, practicó la medicina y enseñó hasta su muerte a la
edad de 70 años, ocurrida en 1919. Su libro, Principios y práctica de la Medicina influyó
por más de 40 años en la preparación de los médicos en los países de habla inglesa, China y
Japón. Pero esa no fue su más grande contribución al mundo. Trabajó por hacer volver los
sentimientos a la práctica de la medicina.
La inclinación de Osler por el liderazgo se hizo evidente cuando era todavía un niño.
Era un líder natural y el estudiante más influyente de su escuela. Siempre mostró una
habilidad sobrenatural para relacionarse con la gente. Todo lo que Osler hizo hablaba de la
importancia de establecer relaciones con los demás. Cuando llegó a adulto y se hizo
médico, fundó la Asociación Americana de Médicos para que todos los médicos se unieran
y compartieran información y se apoyaran unos a otros. Como maestro cambió la forma en
que funcionaban las escuelas médicas, sacó a los estudiantes de las secas salas de
conferencias y los llevó a las salas de los hospitales a interactuar con los pacientes. Creía
que los estudiantes aprendían primero y mejor en relación con los mismos pacientes.
Pero la pasión de Osler fue enseñar compasión a los médicos. En cierta ocasión, dijo a
un grupo de estudiantes de medicina:
En todas partes hay un fuerte sentimiento entre la gente. Lo vemos en los
periódicos. Que nosotros los médicos estamos entregados hoy en día a la ciencia;
que nos preocupamos mucho más por las enfermedades y sus aspectos
científicos que por el individuo … les insto a que en su propia práctica presten
más atención al paciente individual … Al tratar como lo hacemos con la pobre
humanidad sufriente, vemos al hombre desenmascarado, expuesto a todas las
fragilidades y debilidades y tienen que mantener su corazón blando y tierno para
que no tengan demasiado desprecio por sus semejantes.
Otra habilidad de Osler de mostrar compasión y establecer relaciones puede ser
resumida por su tratamiento a un paciente en 1918, durante una epidemia de neumonía
causada por influenza. Osler generalmente limitaba su trabajo a hospitales, pero debido a la
magnitud de la epidemia, trató a muchos pacientes en sus casas. La madre de una pequeña
niña contaba cómo Osler visitaba a su hija dos veces al día, hablaba con cariño y jugaba
con ella para entretenerla y reunir información sobre sus síntomas.
Al saber que la niña estaba próxima a morir, Osler llegó un día con una hermosa flor
roja envuelta en papel, la última rosa del verano que creció en su propio jardín. Le regaló la
flor a la niña, y le explicó que aún las rosas no podían permanecer tanto como querían en
un lugar, sino que tenían que irse a un nuevo hogar. La niña pareció sentirse confortada por
sus palabras y su regalo. Murió pocos días después.
Osler murió al año siguiente. Uno de sus colegas ingleses dijo de él:
Así entró a la historia, prematuramente, aun cuando había alcanzado el tiempo
asignado, el médico más grande de la historia … Y sobre todo es un amigo que
durante su vida lo tratamos de Osler; como alguien que poseía el genio de la
amistad en un grado mayor que ninguno otro de nuestras generaciones. Su
maravilloso interés en todos nosotros fue su característica sobresaliente … Era
de su humanidad, de su extraordinario interés por sus semejantes de donde
parecían fluir todas sus demás capacidades.
AL GRANO
La habilidad de trabajar con la gente y desarrollar relaciones es absolutamente
indispensable para un líder efectivo. De acuerdo con un ejemplar de la revista Executive
Female de mayo de 1991, se hizo un estudio entre los empleadores en el que les pedían las
tres características más importantes que deseaban que tuvieran sus empleados. La
característica que encabezaba la lista era la habilidad de relacionarse con las personas: 84%
respondió que buscaban buenas habilidades interpersonales. Solo 40% anotó educación y
experiencia en sus primeras tres. Si los empleados necesitan buenas habilidades para
relacionarse con la gente, cuánto más necesarias serán para los líderes. La gente seguirá a la
gente con la que está de acuerdo. Se puede tener don de gentes y no ser un buen líder, pero
no se puede ser un buen líder si no se tiene don de gentes.
¿Qué puede hacer una persona para cultivar buenas relaciones como líder? Se requieren
tres cosas:
1. Tener mente de líder, comprender a la gente. La primera habilidad de un líder es entender cómo piensa y siente la gente. Al trabajar con
otros, reconozca que todos, ya sean líderes o seguidores tienen algunas cosas en común:
Les gusta sentirse especiales; por lo tanto, hágale cumplidos sinceros.
Quieren un mejor mañana, por lo tanto, muéstrele esperanza.
Desean que alguien los dirija, por lo tanto, navegue con ellos.
Son egoístas, por lo tanto, hábleles primero de sus necesidades.
Son poco emocionales, por lo tanto, estimúlelos.
Quieren éxito, por lo tanto, ayúdelos a ganar.
Aun cuando reconozca estas verdades, un líder todavía tiene que tratar a las personas
como individuos. La habilidad de mirar a cada persona, entenderla y conectarse con ella es
un factor fundamental en el éxito de las relaciones. Esto significa tratar a cada uno
individualmente y no a todos por igual.
Rod Nichols, experto en mercadotecnia dice que en los negocios, esto es
particularmente importante: «Si usted trata con cada cliente de la misma forma solo logrará
éxito en un 25 o un 30 por ciento de sus contactos debido a que solo se habrá acercado a un
tipo de personalidad. Pero si aprende a trabajar efectivamente con todos los tipos de
personalidades podrá tener éxito con el 100% de sus contactos.
A esta sensibilidad se la puede llamar el «factor blando del liderazgo». Tienes que ser
capaz de adaptar tu estilo de liderazgo a la persona a la que estás dirigiendo.
2. Ten corazón de líder, ama a la gente. Henry Gruland, presidente de Difinitive Computer Services, tiene esta idea: «Ser un líder es
más que querer dirigir. Los líderes tienen empatía por otros y una aguda habilidad de
encontrar lo mejor en las personas … no lo peor … al preocuparse verdaderamente por
ellos».
Quien no ame a la gente no puede ser un líder verdaderamente efectivo, del tipo que la
gente quiere seguir. El físico Albert Einstein, lo dijo de esta forma: «Somos extranjeros en
esta tierra, cada uno viene para una corta visita, sin saber por qué, e incluso a veces con un
propósito divino. Sin embargo, desde el punto de vista de la vida diaria hay algo que
sabemos: que el hombre está aquí para el bien de otros hombres».
3. Extiende una mano de líder, ayuda a la gente. Le Roy H. Kurtz, de la General Motors, dijo, «Los campos de la industria están sembrados
de los huesos de aquellas organizaciones cuyo liderazgo se corrompió al creer que era más
importante tomar que dar … que no se dio cuenta que las únicas posesiones que no se
pueden remplazar fácilmente son las humanas». La gente respeta a un líder que tiene en
cuenta sus intereses. Si tú te concentras en lo que puedes poner en la gente en vez de en lo
que puedes obtener de ellos, te amarán y respetarán; y esto crea una gran base para
establecer relaciones.
REFLEXIONEMOS
¿Cómo es tu don de gentes? ¿Te mezclas bien con los extranjeros? ¿Interactúas bien con
todo tipo de personas? ¿Encuentras con facilidad algo en común? ¿Cómo manejas la
interacción a largo plazo? ¿Eres capaz de mantener las relaciones? Si tus habilidades
relacionales son débiles, tu liderazgo siempre sufrirá.
CONVENCIMIENTO
Para mejorar tus relaciones haz lo siguiente:
• Mejora tu mente. Si tu habilidad necesita mejoramiento, comienza leyendo varios libros
sobre el tema. Te recomiendo las obras escritas por Dale Carnegie, Alan Loy McGinnis,
y Les Parrott III. Luego dedica más tiempo a observar y hablar con la gente para aplicar
lo que aprendiste.
• Fortalece tu sensibilidad. Si como debería ser no te preocupan demasiado los demás,
necesitas quitar la atención de ti mismo. Haz una pequeña lista de cosas que podrías
hacer para añadir valor a tus amigos y colegas. Trata de hacer una de ellas cada día. No
esperes hasta sentirte así para ayudar a otros. Actúa a su manera con sus sentimientos.
• Corrige una relación dolorosa. Piensa en alguna relación valiosa a largo plazo que se
haya opacado. Haz lo que puedas por repararla. Ponte en contacto con la persona y trata de reconectarte. Si habías fallado, asume tu responsabilidad y discúlpate. Trata de
entender mejor, amar y servir a esa persona.
PARA EXTRAER DIARIAMENTE
En un cuento corto titulado: «El Capitolio del mundo», Ernest Hemingway, ganador del
Premio Nobel, cuenta de un padre y su hijo adolescente, Paco, cuyas relaciones se habían
roto. Después que el hijo huyó de la casa, el padre comenzó un largo viaje en busca de él.
Finalmente, y como último recurso, puso un anuncio en el periódico local en Madrid, en el
que decía: «Querido Paco, reúnete conmigo frente a la oficina del periódico mañana al
mediodía … todo está perdonado … te amo». A la mañana siguiente, frente a la oficina del
periódico había 800 hombres llamados Paco, que deseaban restaurar una relación rota.
Nunca subestimes el poder de las relaciones en las vidas de las personas.
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